PODER JUDICIAL

17.11.2016 21:05

LA TENTACIÓN DE LO POSIBLE

Propuestas para mejorar

EL PODER JUDICIAL

Historia, organización, fundamentos, procesos y proyectos

INTRODUCCIÓN

Siempre prefiero las propuestas a las críticas. Las personas, por lo general critican de todo y sobre todo. Talvez existe cierto placer orgiástico en la crítica, pero en verdad no es mi idilio aquel. Las propuestas, por el contrario, me parecen más fascinantes, más propias de un creador que de un destructor, y desde niño tengo conciencia que me gustaron desde ya muchísimo las herramientas (instrumentos para construir), tanto que con los ahorros de mis propinas dadas por mi madre compraba juegos de desarmadores, alicates, maletines de dados, (Espero poder escribir un libro sobre “Las Herramientas y el Derecho”) etc., y mi padre siempre se llevaba mis desarmadores –sin mi consentimiento o al menos conocimiento- y los malograba; luego yo juntaba nuevamente mis propinas y volvía a comprarme juegos de desarmadores de contrabando. Recuerdo también una oportunidad cuando ya era adolescente, ermitaño o poco sociable, que en una fiesta familiar, mi tío Max (el que hizo de Padre de toda nuestra familia, Juez Superior, y al que admiro por que siempre tuvo gran capacidad para encontrar soluciones como política de vida) habíase conseguido una cajita de herramientas o desarmadores para reloj o cosas pequeñas, y –muy hábil él- me dijo: “Si bailas te regalo esta cajita de herramientas”, y listo, yo que nunca –desde mi niñez- había bailado, sólo por tener aquella cajita de herramientas, me fui al segundo piso, hice algunos ademanes de baile, bajé a la Sala, saqué a una chica –no recuerdo a quién- y me puse a bailar, por supuesto muy torpemente, pero con la alegría de lograr la cajita de herramientas. Claro esa historia es cursi y hasta vergonzosa, pero yo –desde siempre alejado de la vida real- no sabía conversar con las chicas aún ya mayor, y menos bailar. Por otro lado, mi memoria me trae a colación que el juego que más me gustaba era el Mecano, una especie de piezas y tornillos con los cuales se podía construir carritos, casitas, edificios, y cualquier cosa que uno pudiera imaginar. Me encantaba construir, experimentar. Mi curiosidad iba incluso hasta el hecho de desarmar el televisor viejo y enorme de mi familia, en blanco y negro, para saber la composición de dicho experimentador de imágenes, etc., etc. (...), por eso cuando leo sobre los grandes inventos de Leonardo de Vinci, o los descubrimientos e ingenios de Edison, o las propuestas dadas por Bentham, o las propuestas de ingenios alternativos a las penas, como los grilletes electrónicos, o la utilización de los sistemas informáticos para lograr la celeridad, o las que se utilizan para mejorar la calidad de las sentencias, o las propuestas novedosas de Luis Pásara, o las propuestas teóricas de Michel Foucault, o cualquier propuesta de filósofo, científico, genio, literato, poeta, ingeniero, millonario, pobre, etc., me admiro y quedo en la fascinación de la capacidad inventiva del ser humano. En ese contexto,  sé        que el Poder Judicial es un invento social, para resolver problemas individuales y sociales, es un gran invento cultural, que he podido conocer, y cuyos instrumentos de creación, renovación, reformación, etc., son muchos y variados, desde aquellas directas al pensamiento, hasta las informáticas. Sin embargo creo que el mayor desarrollo o instrumento que se debe enfatizar es la mente de no sólo los que operan, trabajan en el Poder Judicial, sino de toda la sociedad. El problema del Poder Judicial no es específico de sus integrantes, sino de toda la sociedad. Esto no se puede observar claramente, porque se pierde la perspectiva en conceptualizaciones, a veces, vanalidades o egos de las personas, autoridades judiciales, políticas, y no se va a los problemas: Esto es un asunto de todos.

Hay algunas ideas que revolotean en mi mente sobre cómo mejorar el Poder Judicial, pasando primero –como dije- por mejorar la calidad mental y de personalidad, hasta podar todos los trámites innecesarios que se convierten en problemas burocráticos permanentes por que son –la mayor de las veces- catalogados como necesarios –por poner un ejemplo, las resoluciones administrativas que son largas, extensas o simplemente repetitivas que generan gastos en tiempo, copia, impresión, hoja, electricidad, etc., etc, siendo que un formato de unas cuantas líneas para ciertos casos resolvería y ahorraría el problema, cosa que no se usa o implementa por concepciones que explicaré en el texto-; las distorsiones de las concepciones de derecho, ley, prevaricato, legitimidad, legalidad, justicia, etc. Hay muchas cosas que quiero y tengo que decir sobre el Poder Judicial, desde describir cómo algunos personajes duermen literalmente en el trabajo y tienen nada o poco que hacer, excusados o justificados en factores irrelevantes, pasando por personas que se pasan todo el día, o la mayor parte del día laboral conversando por celular con una u otra amante, hasta los casos de magistrados y personal acostumbrados a pedir licencias o permisos los fines de semana, como una constante, o aquellos casos en los que trabajadores utilizan los recursos del Estado con viajes supuestos de trabajo a interiores del país, para sustraerse dichos recursos de la forma más descarada vista, etc. Este trabajo, sin embargo no es una denuncia, ni personaliza a nadie, sino descriptivo, y plantea algunas soluciones. Otra vez, insisto, no me gusta ser un acusador, eso queda en los fiscales, sino pretendo –en mérito a la experiencia y a la lectura- hacer algunas -aún en trabajo- propuestas para mejorar la Administración de Justicia. No es un acto de petulancia, sino de descripción  y propuesta (....)