La Ignorancia de la Democracia
LA IGNORANCIA DE LA DEMOCRACIA
[Un poco de historia respecto a la construcción de la Democracia]
Tenía que ocurrir, el país más democrático del mundo los EEUU, recurrió nuevamente al tijeretazo, a la censura. Prohibió la emisión de temas musicales como canciones de los Beatles, el New York-New York de Sinatra, a los Rage Against the Machine (cuyo icono que utilizan en sus presentaciones es la cara del Ché). La razón que justifican, es que existen canciones que tocan temas subversivos y peligrosos que hieren la susceptibilidad y moral norteamericana, en estos momentos de las más alicaídas en su historia. Si nos fijamos en la punta del iceberg, «Imagine», a la postre, uno de los temas censurados donde su autor John Lennon predica en contra de las guerras o la división ocasionada por las fronteras, colores y religiones o en su estrofa última «dirás que soy un soñador, pero de ningún modo soy el único, esperamos que te nos unas». Todo un subversivo, si recordamos que nos encontramos en ciernes de una guerra contra el terrorismo proclamada a viva voz por el Presidente de los EEUU, la nación más poderosa del mundo. Los pacifistas son incómodos para el sistema, porque recuerdan a todos que la mayoría de las víctimas en todas las guerras son inocentes. Dudamos que en el Perú, nuestro primer mandatario decida censurar temas peruanos de rock de los 60 (Los Saicos), reactualizados por grupos actuales como Leuzemia, ejemplo: «Demolición», cuyo estribillo es «echemos abajo la estación del tren, demoler, demoler» y que no vean en esta canción una apología al terrorismo o a la caída de las Twin Towers. El rock no es sólo un fenómeno de masas, es también un fenómeno cultural. Si hay que decir algo, lo diremos: el desaliento y la chacota es parte de su expresión.
La censura es de las cosas que más le han hecho daño a la democracia norteamericana. El cine hollywoodense siempre ha servido como acicate propagandístico del modo de vida norteamericano, es más ha tenido una perversa y entusiasta fascinación por el tema de la guerra, donde los norteamericanos son los buenos y alemanes, coreanos, pielesrojas, vietnamitas, rusos, japoneses son los malos de la película. El cine se ha convertido en una suerte de sadomasoquismo. En su primera fase sádica: vilipendia y flagela a los enemigos del mundo, en cambio ellos logran lucirse como héroes legítimos del orden. Finalmente el cine pasa a una segunda fase, la masoquista, donde muchas veces son ellos mismos (siempre una minoría contestataria de cineastas) los que revelan sus pecados, excesos y abusos cometidos, que desfiguran al héroe norteamericano hasta convertirlo en un patán.
La imagen de lo bueno y lo malo , y no hay necesidad de haber estudiado marketing donde el producto que yo promociono al público debe ser percibido por éste como lo bueno y el resto de productos, es decir, mi competencia, debe ser calificado como lo malo. Mi producto no existe, pero existe la imagen que quiero proyectar o en palabras de Ortega y Gasset «En rigor, no poseemos de lo real sino las ideas que de él hayamos logrado formarnos». Somos testigos cuando la televisión de señal abierta y los de cable nos bombardean de información, donde la imagen informativa corre al mismo nivel que el ilusionismo copperfieldiano, nada se sabe si es cierto o no, todo pasa bajo agua tibia, precisamente pasa bajo la imagen, el poder de un video. En Internet, la supercarretera de la información poco o nada puede hacerse contra los recurrentes baches, se inventan noticias y corren rumores. Los medios de información lo distorsionan todo, porque la fidelidad de la noticia, poco o nada tiene que ver con el sensacionalismo y este último viene a ser el juez, el gran determinante de la propagación de una noticia. Eso vende.
«1984», la pesadillesca novela de Orwell, donde ocurría que para desaparecer a un enemigo del sistema, un agitador, no era suficiente quitarle la vida, también su historia, abolir y violar el tiempo, la destrucción de sus expedientes en X escuela, colegio, trabajo, registro civil. El individuo de marras simplemente no existía.
Tal vez lo sensato lo políticamente correcto, lo decente sea callarse, estar quieto y esperar en casa que el presidente Bush dicte sus declaraciones, su perorata, su conclusión, aguardar que sean los pocos los que sigan pensando por nosotros mismos. El discurso de Bush, conforme ha ido pasando el tiempo ha tenido que moderarse, de cowboy y vengador anónimo al del líder de una comunidad internacional multicultural, responsable de sus palabras. Bush debe tener claro que la gente en este momento repudia la violencia, y la palabra (una amenaza) también es violencia. Pero parece no tenerlo muy claro, sucede que las declaraciones del presidente del país democrático por excelencia, como «o están con nosotros o están con los terroristas», no lo diferencian de los totalitaristas y fundamentalistas. La superioridad moral de la democracia, parece distorsionarse, degradarse hasta empequeñecer incluso desaparecer. El terrorismo debe ser castigado, que duda cabe. Pero el sistema debe ser el de una «cuidadosa inteligencia», porque a los EEUU nadie le va a quitar la imagen de primera potencia mundial y si el método con el que combate al terrorismo prioriza la violencia, movilizando a decenas de miles de soldados buscando a un terrorista, no dice mucho de su voluntad. La opinión internacional y de sus coterráneos (desestabilizadora porque baja la moral incluso del pueblo más fuerte) se le va a ir encima, tarde o temprano, como sucedió en Viet Nam. Es muy difícil desarraigar esa natural tendencia de apoyar al más débil . Y no decimos débil a la pusilanimidad de los terroristas, llamamos débil a la nación pobre, recipiente de ataques bélicos y bombardeos cuya única responsabilidad tal vez sólo sea el vivir con los refugiados terroristas, en los mismos kilómetros cuadrados. Saramago que yo sepa no es un recalcitrante comunista, habló que la gran desgracia y tristeza de las naciones es comprender que todos son gobernados por unos pocos y a los muchos no les queda otra, sino padecerla y por lo tanto las cosas es muy probable que no cambien. Y tal vez ése sea uno de los motores para que uno continúe escribiendo su propia contrariedad, desencanto y desencuentro donde la realidad insolente nos da cuenta que no todo lo que brilla es oro y muchas veces pretenda ocultar sus desvenguenzuras con el control de los medios.
No es la ignorancia de la democracia o de cualquier otro sistema de gobierno. Se trata de la ignorancia innata del ser humano, del homo sapiens empecinado en hacerse daño a sí mismo. Y concluyo con esta pesadilla del poeta chileno Sergio Parra...»Me desperté con una mancha de sangre reseca/ pegoteada sobre uno de mis párpados/ Un arañazo profundo/ cruza transversalmente las arrugas de mi frente/ Sin embargo últimamente he estado durmiendo solo/ Y me pregunto por qué un hombre incluso en un mal sueño/ alzaría la propia mano para lastimarse la cara...»